miércoles, 20 de diciembre de 2017

"NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN". Una nota sobre la traducción de esta petición del Padre Nuestro en dos idiomas tupí: omagua y kukama

Iquitos, 20 de diciembre de 2017


Manolo Berjón
                                                                                                                              Miguel Angel Cadenas


«En la sesta peticion dezimos (y no nos dexes caer en tentacio̅.). No baxta a perdonarnos ‘Dios los peccados que hemos hecho, sino que tambien es menester, nos guarde de que no tornemos a peccar, y esso le pedimos enesta palabra, porque somos flacos, y el demonio anda diligente por hazernos peccar para que nos condenemos. Y enesta vida a cada passo se offrecen ocasiones de peccar, si Dios no nos tiene de su mano, y si no nos libra de tantos laços, sin duda caeremos y nos perderemos, como otros se han perdido y condenado, por esso dezimos, no nos dexes caer enla tentacion.» (Tercero Cathecismo y exposicion de la Doctrina Christiana, por Sermones. Para qve los cvras y otros ministros prediquen y enseñen a los Yndios y a las demas personas. Conforme a lo qve en el Santo Concilio Provincial de Lima se proveyo. Impresso con licencia de la Real Audiencia, en la Ciudad de los Reyes, por Antonio Ricardo primero impressor enestos Reynos del Piru. Año de M.D.LXXXV. Sermon XXIX, 187vto.-188.)



Guardamos con gratitud varias versiones del Padre Nuestro en idiomas tupí: omagua y kukama[1]. La versión omagua es de los s. XVII-XVIII, de la época de las reducciones de Maynas. Por tanto, posee un gran valor histórico. En primer lugar, como testimonio de una comunidad de creyentes que rezaba con esta versión. Somos conscientes que la evangelización es histórica. Y, como decía el mismo Jesús, no se puede separar el trigo de la cizaña (Mt 13, 24-30). Hay, por tanto, aspectos negativos: propagación de epidemias, desestructuración de pueblos indígenas… Sin embargo, no todo fue negativo. Lo que sabemos de los pueblos indígenas, en aquella época histórica, se lo debemos a los mismos misioneros. Como valor histórico también podemos señalar el registro escritural del omagua de aquella época.

La versión del Padre Nuestro en omagua de los s. XVII-XVIII nos ha llegado por una triple vía (Michael & O´Hagan 2014: 58-61). Por un lado, a través de Hervás y Panduro, [1787], un jesuita del s. XVIII, que no pisó América, pero que tuvo contacto con los jesuitas expulsados de América en Italia. Una segunda versión, a través de Adelung en 1813, a la que no hemos tenido acceso. Adelung se basa en Hervás y Panduro. Y, una tercera, basada en Adelung se puede encontrar en Paul Rivet [1910].

Por nuestra parte, completamos el trabajo con varias versiones a las que hemos tenido acceso del Padre Nuestro en kukama actual. Otro idioma tupí. Dos de ellas están publicadas, pero en revistas de difícil acceso, y otras dos son inéditas. Nos parece que este corpus es suficientemente interesante como para dedicarle un tiempo.

Pero centrémonos en el Padre Nuestro, la oración de Jesús. Lo primero que debemos constatar es que no existe una única versión del Padre Nuestro original. Jesús enseñó el Padre Nuestro en arameo. Pero, hoy día conservamos versiones de esta preciosa oración en griego, siríaco, hebreo, arameo, latín. Las versiones en griego del NT (Mt 6, 9-15; Lc 11, 1-4) son las oraciones que utilizaban los primeros cristianos que ya no hablaban arameo, sino griego como lengua base. De igual manera, la versión en siríaco, en hebreo o en latín, se deben a comunidades cristianas que tenían como lenguas maternas estos idiomas.

Todas las versiones que siguen tratan de traducir la petición: “No nos dejes caer en la tentación”, que a su vez es una traducción del latín: “et ne nos inducas in tentationem”. La traducción de las oraciones principales en la liturgia continúa haciéndose desde el latín, en la iglesia católica. En esta oportunidad nos circunscribiremos a las traducciones a las lenguas tupí, que han sido realizadas a partir del español y del quechua. Realizaremos una traducción aproximativa literal, evitaremos la terminología propia de los lingüistas, que nos parece recomendable en otro ámbito.



I.-
1.       Hervás y Panduro[2]  (omagua)
Ename  neischari                            tanu                      ucucui                   maca     eraecmamai
No          tú dejes                               nosotros             caer de lo alto   no          no-bueno (malo)
[No nos dejes para no caer en lo malo]


2.       Rivet[3]
Ename ne-isari                                tanu                      ukukui                  maka     eraekma-mai
No          tú dejes                               nosotros             caer de lo alto   no          no-bueno (malo)
[No nos dejes para no caer en lo malo]


3.       Prof. Yahuarcani Soto[4]
Ina[5]        ichari                     uwaritara                            animarutsui
No          dejes                     lo que va a nacer             de animal / diablo
[No dejes que nazca el diablo].


4.       José Murayari[6]  (Cencca)
Tema    na icharitana[7]                                    ucuquitcin                          uchacuara
No          tú dejes a nosotros                         caer de lo alto                   dentro del pecado
[No nos dejes para caer en el pecado]


5.       José Manuel Huaymacari Tamani[8]
Tɨma      na icharitana,                    tana ukukitsɨn[9]                                 uchakuara
No          tú dejes a nosotros         nosotros caer de lo alto                dentro del pecado
[No nos dejes para caer en el pecado]


6.       María Nieves Nashnato Upari[10]
T ɨma    na ichari pɨnu[11],               pɨnu ukukitsɨn                                   uchakuara
No          tú dejes a nosotras         nosotras caer de lo alto                dentro del pecado
[No nos dejes para caer en el pecado]



II.-

Ya tenemos varias versiones. Tan solo nos limitamos a señalar brevísimamente algunos datos.
1.       Las versiones de Hervás y Panduro y Rivet son en omagua antiguo, de los siglos XVII y XVIII, recogidas por estos autores.

2.       Las versiones del Prof. Yahuarcani Soto, José Murayari (Cencca), Juan Manuel y María Nieves son en kukama actual.

3.       Las versiones de José Murayari (Cencca), Juan Manuel y María Nieves son similares. Hay únicamente una diferencia de grafía en José Murayari. María Nieves incorpora el género femenino, por lo demás es igual. Esto se debe a que los tres habitan en el mismo espacio: Nauta, y estuvieron vinculados al Cencca. Estas tres versiones están unidas al omagua de los s. XVII-XVIII. La versión omagua de Hervás y Panduro, recogida en Lev Michael & Zachary O’Hagan es idéntica a la de Rivet, excepto en la grafía.

4.       La versión kukama del Prof. Yahuarcani Soto es radicalmente diferente, lo que la hace muy interesante.

5.       Las traducciones siguen diversos caminos.

a.       En Hervás y Panduro y en Rivet, la versión omagua, traducen “eraecmamai”/“eraekma-mai”, literalmente: “no-bueno” (malo).

b.       El Prof. Yahuarcani Soto, en kukama, traduce “uwaritara animarutsui”, “lo que nace diablo” [“que nazca diablo”].

c.       Las versiones de José Murayari (Cencca), José Manuel Huaymacari y María Nieves Nashnato, en kukama, se inclinan por “uchacuara/uchakuara”. Ucha es un préstamo quechua para indicar “culpa”, “pecar”[12]. Si hacemos caso a Taylor estaría influenciado por los rezos católicos. Es decir, su nicho natural pudiera ser las reducciones de Maynas. Sin embargo, hemos visto cómo la versión del omagua difiere, lo cual lo hace problemático y más interesante aún si cabe. Es un punto que hay que seguir estudiando.

d.       La versión en omagua antiguo [Hervás y Panduro y Rivet] señala el “no-bien” [mal], mientras que la versión en kukama de Nauta [José Murayari, José Manuel y María Nieves] indica “uchakuara”, “dentro del pecado”. La noción de pecado, ‘ucha’ está presente en los textos omaguas de los jesuitas, sin embargo, permanece ausente en su versión del Padre Nuestro.


6.       En resumen:

a.       Para la versión omagua, tanto en Hervás y Panduro como en Rivet, la tentación consiste en “caer de lo alto en lo no-bueno” (malo).

b.       Para la versión del Prof. Yahuarcani Soto, en kukama, la tentación consiste en nacer en animal (diablo). Dejar la posición humana y ocupar la posición de animal, diablo. Con una particularidad, “animaru” es el préstamo castellano para el término animal que no existía en las lenguas amazónicas como término genérico. El fruto del contacto es el préstamo. Tradicionalmente o se era presa o predador, no había término genérico: animal. En el kukama actual el préstamo hace posible la traducción, y es interesante cómo lo ha escogido el Prof. Yahuarcani Soto. ‘Animaru’ pasa también a significar diablo, demonio[13].

c.       Las versiones de José Murayari (Cencca), José Manuel y María Nieves, en kukama, abordan la tentación como caer de lo alto “dentro de la culpa-pecado”. Por supuesto, no dicen nada de lo que se entiende por culpa-pecado. Y, evidentemente, hay muchos componentes culturales de por medio. No entienden por culpa-pecado lo mismo un occidental que un kukama.

d.       Las versiones en omagua antiguo (Hervás y Panduro y Rivet) y las versiones de Nauta (José Murayari, José Manuel y María Nieves) utilizan el verbo, “ukuki”[14], “caer de lo alto”, un verbo de movimiento. [El morfema “-tsɨn” (“-tsen” en el diccionario de Vallejos Yopán & Amímas Murayari) es un marcador de propósito]. En omagua es caer en el no-bien; en el kukama de Nauta, dentro del pecado. “Uchakuara” con un verbo de movimiento como “ukuki” significa “el lugar donde una entidad ingresa”. En este caso la persona ingresa en el pecado (Vallejos Yopán & Amías Murayari 2015).

e.       Es interesante cómo en omagua antiguo se prefiere “no bien” [mal]; para los kukama de Nauta “dentro del pecado”; y para los kukama de Yurimaguas, en la versión del Prof. Ulderico, “animal / diablo”. El “no-bien” [mal] es demasiado genérico. El “pecado” es más concreto y el “animal / diablo” ya es una personificación del mal.


Los cristianos nos situamos al lado de Dios y le pedimos: ‘no nos deje caer de lo alto’, ‘no nos abandones’. Si tenemos un ser poderoso a nuestro lado, Dios en este caso, superaremos la tentación. Pero, si somos débiles, entonces, caeremos en el mal o en el pecado. Se trata de permanecer al lado de Dios para superar la tentación. Esta podría ser la conclusión de las versiones en omagua antiguo y en el kukama actual de Nauta [José Murayari, José Manuel y María Nieves].

Para la versión del Prof. Yahuarcani Soto, que nos parece muy interesante, caer en la tentación implica un nuevo nacimiento en forma de animal / diablo. Nos supeditamos al diablo, le obedecemos, y nos transformamos en otro diablo. Todo esto es posible porque el diablo es más fuerte que nosotros.
Superar la tentación implica estar fuertes, ser más fuertes que el mal. En este sentido, estar junto a Dios ayuda mucho. Que Dios nos tenga de su mano, como dice el catecismo limense que citamos al comienzo, es de particular importancia. A esto podríamos añadir, desde el punto de vista kukama, que el trabajo pastoral, y esto puede ser un aviso para navegantes, consiste en fortalecer a las personas, afianzar su posición de gente, de esta manera podrán superar todas las tentaciones. Debilitar a las personas, despreciar las culturas indígenas, conlleva cierta orfandad y dejar a las personas a merced del mal.

Fue agradable mantener conversación, vía Facebook, con Zachary O’Hagan y con el Prof. Ulderico Yahuarcani Soto. Estamos agradecidos a ambos por su tiempo y su inteligencia. Las afirmaciones del presente escrito son entera responsabilidad nuestra.





BIBLIOGRAFIA
- CAMATAHUARA, Boletín Informativo – CENCCA, junio 1991, N° 68, p. 6: José Murayari.
- CAMATAHUARA, Boletín Informativo – CENCCA, junio 1993, N° 87, p. 3.
- DIETRICH (2010), O tronco tupi e as suas familias de línguas. Classificaçao e esbosço tipológico, en NOLL & WOLF DIETRICH, O portugués e o tupi no Brasil, São Paolo, Editora Contexto, en http://etnolinguistica.wdfiles.com/local--files/biblio%3Adietrich-2010-tupi/Dietrich_2010_O_tronco_tupi.pdf
- GASPARINI, Noé, DANIELSEN, Swintha, CHOUSOU-POLYDOURI, Natalia, O’HAGAN, Zachary, BARTOLOMEI, Keith, MICHAEL, Lev (2015), Southern Tupí-Guaraní Languages. Combining classification with areal linguistics. The 18th Annual on American Indigenous Languages, en http://linguistics.berkeley.edu/~zjohagan/pdflinks/gasparini.et.al._tg_southern_phylo_areal_WAIL_2015.pdf
- LOPES DE CARVALHO, Francismar Alex (2015), Imagens do demonio nas missões jesuíticas da Amazônia espanhola, en Varia Historia, Belo Horizonte, Vol. 31, N° 57, pp. 741-785. 
- MICHAEL, Lev & O’Hagan, Zachary (2016), A linguistic Analysis of Old Omagua. Ecclesiastical Texts, University of California, Berkeley, en http://linguistics.berkeley.edu/~zjohagan/pdflinks/michael&ohagan_omagua_catechism.paper_v39.pdf
- RIVET, Paul (1910), Les langues guaraníes du Haut-Amazone, en Journal de la Société des Américanistes, Tome 7, pp. 149-178.
- TAYLOR, Gerald (2006), Diccionario Quechua Chachapoyas-Lamas, IFEA, IEP, Editorial Commentarios, Lima.
- YAHUARCANI SOTO, Ulderico (2015), Cultivando el kukama-kukamiria. El padre nuestro – Ini iwatin papa, Instituto de Educación Superior Pedagógico Público Monseñor Elías Olázar, Yurimaguas-Perú, Educando con Fe y Corazón, p. 13.





[1] Sin entrar ahora en disquisiciones podríamos anotar que el omagua y el kukama son dos lenguas de la familia tupí guaraní. Familia lingüística que se divide en los siguientes grupos: Grupo Guaraní Meridional, con 8 lenguas; Guaraní de la Región Guaporé-Mamoré-Paraguai-Paranía, con 5 lenguas; Grupo Tupí de la Costa Brasileña, con 6 lenguas, donde clasifica al cocama-cocamilla y al omagua; Grupo Asurini-Tenetehara-Tapirapé, con 3 lenguas; Grupo del Norte de Mato Grosso y de Rondônia, con 3 lenguas; Grupo del Alto Xingú con 1 lengua; y Grupo Amazónico Septentrional con 7 lenguas. Un poco más separadas, pero emparentadas con el grupo tupí-guaraní, está el ramo maweti-tupí-guaraní. Otras familias del tronco tupí son el Tupí de Rondônia oriental, con 6 familias de lenguas. Y, por último, las lenguas tupí centrales con la familia Munduruku, con 2 lenguas.  El omagua y el kukama son dos lenguas de origen no tupí, tupinizadas por los tupinambá, que entraron en el Alto Amazonas en los siglos XVI y XVII. No son lenguas tupí-guaraní puras, sino lenguas genéticamente derivadas (Dietrich 2010). Se estima que el omagua posee un 89% y el kukama un 88% de cobertura léxica cuando se realiza una clasificación filogenética (Gasparini, Danielsen, Chousou-Polydouri, O’Hagan, Bartolomei, Michael 2015).
[2] (Hervás y Panduro en 1787), recogido en Michael & O’Hagan (2014: 62-66).
[3] Rivet (1910: 169).
[4] Yahuarcani Soto (2015: 13). El profesor Ulderico Yahuarcani Soto da clases en el Instituto de Educación Superior Pedagógico Público Monseñor Elías Olázar de la ciudad de Yurimaguas, Perú.    
[5] Imperativo negativo.
[6] José Murayari, en los años 90 del siglo pasado, era un promotor de Agropecuaria del Cencca (Centro de Capacitación Campesina), un órgano de la Iglesia Católica en Nauta.
[7] ‘Tana’ (icharitana): primera persona plural exclusiva del discurso masculino. Su complementario inclusivo, tanto masculino como femenino, sería ‘ini’.
[8] Animador Cristiano de la Parroquia de Nauta, marido de María Nieves. Integrante de la Escuela Ikuari, vinculada a Radio Ucamara. Versión recogida el 25 de mayo de 2016.
[9] ‘Ukukitsɨn’: ‘ukuki’, caer de lo alto; ‘-tsɨn’: marcador de propósito. En el diccionario de Vallejos Yopán & Amías Murayari la grafía es un tanto diferente: ‘-tsen’. Nos parece esencial marcar las diferencias de escritura.
[10] Mujer de José Manuel. Integrante de la Escuela Ikuari, vinculada a Radio Ucamara. Versión recogida el 25 de mayo de 2016.
[11] ‘Pɨnu’: primera persona plural exclusiva del discurso femenino. El diccionario de Vallejos lo escribe ´penu´. Sin embargo, mantenemos la escritura de María Nieves porque nos parece esencial remarcar la pluralidad.
[12] “Ucha”: “pecar”, forma influenciada por tal vez los rezos católicos, Lamas. Voz: ‘ucha’ (Taylor 2006: 98).
[13] Para el tema del diablo o demonio en las reducciones de Maynas resulta útil (Lopes de Carvalho 2015).
[14] En kukama se utilizan diversos verbos para la expresión caer: “ukuki”, caer desde una altura; “uwari”, caer estando en contacto con la tierra, nacer, poner huevos de las aves y otros animales (“uwarita”, voltear, tumbar con el viento); “inupaka”, caer hacia un lado, por ejemplo un animal al morir, golpearse mutuamente, pelearse; “upuri”, caer, hundirse; “kururuta”, caer, desparramarse.

lunes, 16 de octubre de 2017

QUE FRANCISCO SE QUEDE EN SU CASA

Iquitos, 16 de octubre 2017

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


“Yo no quiero que venga el Papa”, nos dijeron el otro día mientras hacíamos unos trámites en una oficina. Estábamos despistados y no esperábamos esta frase al comienzo de una conversación que no trataba de asuntos religiosos. Así que preguntamos: ¿cómo? Y de nuevo volvió a repetir: “yo no quiero que venga el Papa”. “Bueno, contestamos, pues muy bien”. A lo que añadió: “es lo que dicen en las redes sociales”. “Dicen que se gasta mucho dinero”.


No es la primera vez que se alzan voces contra la visita de un líder religioso, no será tampoco la última, no debemos darle más importancia de la que tiene. Tampoco a Jesús le dieron la bienvenida en todos los lugares: "se levantaron y lo empujaron fuera del pueblo, llevándolo hacia un barranco del cerro sobre el que está construido el pueblo, con intención de arrojarlo desde allí” (Lc 4, 29). Y ya nos advirtió que lo mismo sucederá con sus seguidores (Mt 10, 24).

Qué desilusión, aducen motivos económicos. Es una miseria para un país lo que se gasta en una visita papal. Estamos convencidos que esas mismas personas harían barra si viniera Donald Trump a decir algunas de las sandeces que repite a diario. En la cumbre de la APEC de noviembre 2016 vinieron líderes mundiales, incluido el presidente chino, y nadie dijo nada. China no se caracteriza precisamente por el respeto de los derechos humanos ni por el cuidado del medio ambiente. Pero los que ahora aducen motivos económicos, entonces permanecieron callados, tal vez están de acuerdo con el gobierno chino. O tal vez prefieran que vengan los funcionarios de Odebrecht para hacer sus negocios. Porque no les interesa la economía, lo que sucede es que no quieren que venga Francisco y hable claro.

Sabemos que no hay manera de argumentar con quien no desea escuchar. Pero los datos económicos de las visitas de Francisco por los lugares donde ha pasado apuntan a una dinamización de la economía: hoteles, empresas de transporte, ventas de regalos, turismo religioso… Pero, sobre todo, el Perú será noticia internacional esos días, y sin mayor inversión. Noticieros y medios de comunicación de todo el mundo se darán cita en las ciudades que visite Francisco. Es decir, si se sabe aprovechar será la oportunidad de abrir otra ventana al mundo. En fin, descartados los motivos económicos ya no quedan resistencias. Que venga Francisco, le esperamos.

¿Para qué le esperamos nosotros? En primer lugar para que nos hable de Dios. No es necesario que venga Francisco para hablar de Dios, pero queremos que él venga porque su manera de hablar nos parece muy interesante. [No todos los discursos sobre Dios son interesantes; algunos dan pena; y otros, vergüenza. Como cuando nos dicen que Dios nos va a castigar o ya va a llegar el fin del mundo]. Francisco nos habla de misericordia, de perdón, de alegría, de seguimiento de Jesús… Se ha convertido en un líder mundial y en una figura respetada más allá de la iglesia católica. Se atreve a decir las cosas por su nombre en un mundo que se utilizan eufemismos para tapar las evidencias. Por eso queremos que venga.


Que venga y que hable claro, como acostumbra a hacerlo él. Que nos jale las orejas a la iglesia peruana que estamos un tanto adormecidos, que hable de desigualdades económicas y de la omnipresente corrupción, que bese a los niños, a los enfermos y a los pobres, que clame contra la explotación irracional del medio ambiente y del capitalismo salvaje, que escuche a los indígenas y nos haga comprender a todos que un país no se construye excluyéndoles, que nos hable de la misericordia y del perdón. En fin, que nos invite a seguir a Jesús. Sí, nosotros queremos que venga Francisco. Bienvenido, papa Francisco. Y ojalá tengamos los oídos bien limpios para escuchar el mensaje. Porque, Francisco, Perú también es tu casa.

jueves, 21 de septiembre de 2017

DIBUJOS DE LA ÉPOCA DEL CAUCHO EN NAUTA. Poner en circulación discursos silenciados.

Iquitos, 21 de setiembre de 2017

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


La primera etapa es buscar la verdad, tarea nada sencilla. Y se trata de buscar, porque tiene muchas aristas, algunas desconocidas. Un proyecto largamente acariciado, como estas pinturas de la época del caucho, no dejan de ser una provocación. Y como tal, plantea desafíos que nos llevan a la siguiente reflexión. Estamos hablando de hace un siglo. El primer boom cauchero se sitúa entre 1880 y 1914 y el segundo boom entre 1942-1945, aunque sus estertores alcanzan hasta 1960. Los relatos asociados a los dibujos tienen que ver con este segundo periodo y sus postrimerías.


Lancha fantasma - vapores de la época del caucho. Purawa, Escuela de Arte Kukama, intervención artística en Nauta


Cómo se ha llegado a estas pinturas. Seguramente de manera compleja. Radio Ucamara, una radio perteneciente a la iglesia católica, ha sido la promotora de esta excelente iniciativa. Primero: han sido los relatos de los supervivientes o de sus hijos y nietos. Un trabajo de escucha paciente, sobre todo cuando nadie les daba importancia y mucha gente, incluso, no los quería narrar. De ahí se comenzó a elaborar un discurso que fue circulando de boca en boca, hasta que llegó a oídos de los pintores. Ellos, impulsados por la radio, tomaron la decisión de intervenir en el espacio público. No ha concluido el trabajo. Hay que estar atentos a los comentarios, a la apropiación y elaboración de los discursos por parte de la comunidad. Acá vuelve a estar de nuevo el papel de la radio. Esta puesta en escena de los dibujos, de las representaciones, esta circulación de los discursos se convierte en un escenario altamente interesante.

No somos ajenos a la violencia, la ternura… No podemos quedarnos con la violencia, no completaríamos el cuadro. Instalarse en la ternura nos haría ingenuos. Una combinación de ambas, en diferentes modos y medidas puede ayudarnos a comprender y aprender de nuestro pasado. Aunque no todos estamos en igualdad de condiciones. No han tenido las mismas oportunidades los nietos de los patrones que los nietos de los peones, por señalar únicamente la última parte de la cadena. Una cadena que se alarga hasta los centros de poder: Londres, especialmente, aunque también Lisboa, París o Nueva York, por poner unos pocos ejemplos.

Pero, ¿qué hacer? Observarlos, mirarlos despacio, aguzar el oído a los discursos, a los susurros, a lo que se dice a media voz e, incluso, a lo que se calla. Permanecer atentos más allá de los escenarios de los dibujos, en las periferias de la ciudad de Nauta, en las comunidades. Esta primera parte es absolutamente necesaria para esclarecer la verdad. Una verdad que ha emergido de forma original, para muchos impensada.

En la plaza de Nauta se había instalado una media verdad: la máquina de los vapores Huallaga y Tirado, como recuerdo del tratado comercial Perú-Brasil del siglo XIX. En mitad de la plaza, para que todos lo recuerden, aunque nadie sepa qué hace ese “fierro” ahí. Ahora, estas pinturas, auscultan la otra mitad del retrato. Una parte que ha sido silenciada. Por eso es tan importante escuchar estas voces.

Ahora bien, nos parece oportuno aprovechar esta “provocación”. Consideramos que es importante elaborar un proceso de reconciliación. Pero, repetimos, sin ingenuidades. No han tenido las mismas oportunidades los nietos de los patrones que de los peones. Y esto tiene un reflejo en la ciudad: en la ubicación de las casas, con sus metros cuadrados de huerta incluidos. Al igual que tiene un reflejo en la cadena de fotos de alcaldes de la ciudad de Nauta que, al menos, antes estaban colocados en el salón municipal. Es hora de desterrar la discriminación reflejada en los insultos, los tratos vejatorios con “los apellidos bajos” (como si los apellidos pudieran ser altos y bajos, crecer y decrecer), la hora de liberar la belleza de lo exclusivamente blanco, de copar los puestos dirigenciales de la ciudad por unas cuantas familias, de dar oportunidades a todos, especialmente a los que carecen de ellas.

La reconciliación es un proceso lento, con idas y venidas, no es lineal, con dolores y alegrías. Un proceso donde todos tienen que poner de su parte. Percibir estos dibujos únicamente desde un punto de vista estético es desperdiciar esta oportunidad. En ellos hay elaborados todo un discurso que merece la pena ser escuchado, conversado, registrado, contestado si fuera preciso, e incorporado a los conocimientos locales y los libros de texto.

Purawa, Escuela de Arte Kukama, intervención artística en Nauta

Bienvenidos a la historia, a la ambigüedad, por tanto. No hay otra manera de predicar el evangelio si no es en medio de la historia. Esto debiera estar meridianamente claro para una religión donde la historia ocupa un lugar central, como el cristianismo. Como estamos indicando, es hora de recoger todos estos saberes e incorporarlos al acervo común. Pero, de nuevo, debemos superar la ingenuidad. Esta incorporación al acervo común, no debiera ser hecha dejando las cosas como están. Poner en circulación el discurso de los peones implica preguntarse por la vida de los nietos de tales peones. Y eso conlleva medidas políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas que fortalezcan otro tipo de relaciones más equitativas. De lo contrario estaremos haciendo el juego a quienes impusieron un único discurso, el del hierro del barco en la plaza de Nauta. O con otras palabras. Los nietos de unos y otros no se sitúan igual en Nauta, incluso espacialmente. Pero también en oportunidades, manejo de las instituciones y toma de decisiones.

Concluimos felicitando a Radio Ucamara por favorecer este tipo de intervenciones uniendo arte y memoria. De igual modo extendemos la felicitación a “Purawa, Escuela de Arte Kukama” por su contribución genial a este proyecto.

lunes, 21 de agosto de 2017

RADIOGRAFÍA DE NUESTRO ÚLTIMO FIN DE SEMANA

Iquitos, 21 de agosto de 2017

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


Masusa es el puerto fluvial de Iquitos. Este fin de semana nos encontramos con un adolescente “endemoniado” y otra adolescente que se ahorcó hace 8 días. Desde 2016 las madereras, que están afincadas en Masusa, sacaron sus desperdicios de madera y rellenaron las calles, con permiso de las autoridades, por supuesto. Echaron una capa de tierra encima y listo. En la última creciente se podía caminar por la calle, aunque los bajos de las casas estén llenos de agua. Los caños están taponados y no hay desagües. Se ha invisibilizado el problema. No se recoge la basura, excepto en la calle principal que lleva al puerto. Nos hemos encontrado niños que no acuden al colegio, aunque son más los adolescentes que abandonan los estudios. Los locales de inicial en Masusa no cumplen los requisitos mínimos: falta de espacio, hacinamiento. Debajo de un establecimiento de salud en Masusa se acumula el agua estancada y la basura. El jueves 17 se reunió una de sus juntas vecinales. Cuando pasamos por ahí estaban discutiendo sobre el serenazgo. Hay un puesto policial, pero no sirve para nada. Continúan vendiendo drogas, pero ahora delante de la policía.

Foto tomada de internet

Son personas increíblemente “fuertes” que les suceden acontecimientos duros, muy duros, y merecen más atención. Sería conveniente buscar personas resilientes y fortalecerlas. Somos conscientes que aunque escribamos sobre ellos difícilmente cambiarán las condiciones en las que viven. El lenguaje sobre “endemoniados” esconde asimetrías de poder y explotaciones de todo tipo. Decodificar estas situaciones permite intervenir. Rezar lo complementa. En el pensamiento indígena, cuando una persona está aislada y/o debilitada es fácil que sea visitada por espíritus que le invitan a transformarse: convertirse en otro espíritu (pasando por la muerte). Por eso es fundamental el contacto con humanos, afianzar la perspectiva humana. El suicida ha completado la transformación. Por eso hay que intervenir antes. Lo más probable es que esta nota no cambie nada, pero que no quede por lo que a nosotros respecta.

Haremos un pequeño repaso de este fin de semana pasado: viernes 18, sábado 19 y domingo 20 de agosto de 2017. Comenzaremos por el viernes 18. Como todos los días, comenzamos rezando laudes a las 6.30 a.m. Concluyendo el rezo nos hemos puesto a ver las noticias, el día anterior fueron los atentados en Barcelona. Habíamos quedado con un amigo en las Malvinas, distrito de Punchana, para ir a bendecir su casa pronto en la mañana. Con las noticias de los atentados se nos pasó la hora y a las 8.00 a.m. nos llamó, por si nos  habíamos olvidado. Inmediatamente nos movilizamos y llegamos a su casa pidiendo las disculpas del caso por la tardanza. Saludamos a la familia, conversamos un ratito y pasamos a bendecir la casa. Nuestro amigo, un profesor, nos invitó a desayunar: un pescado asado con plátano, yuca y cocona. Exquisito. Conversamos un poco de todo, de la huelga de profesores y de los atentados en Cataluña, entre otras cosas. Con esfuerzo nuestro amigo profesor consiguió refaccionar su casa. Estaba satisfecho y nos alegramos con sus éxitos personales. Regresamos a casa y continuamos con nuestras inquietudes: uno de nosotros, estudiando al pueblo kukama en los s. XVII y XVIII; otro, preparando unas clases sobre teoría decolonial (aunque sin práctica, lo decolonial es un brindis al sol). Los cristianos neotestamentarios realizaron prácticas decoloniales en el imperio romano. Cuando olvidamos estas experiencias podemos convertirnos nosotros en explotadores, como en el “descubrimiento”.

Al poco de estar realizando nuestras tareas llegó un conocido de Masusa pidiendo agua bendita e invitándonos a visitar a un “endemoniado en Masusa”. No le aceptamos porque teníamos concertada una visita con gente del Marañón en media hora. Quedamos en visitarlo por la tarde. Así que nuestro amigo se fue llevando el agua bendita. Y en 15 minutos regresó con el endemoniado y dos de sus primas. El “endemoniado” es un muchacho de 13 años que había gritado en su casa y tenía una fuerza descomunal. Viéndose superados buscaron apoyo trayéndolo a la parroquia. Los padres del muchacho se han separado en diciembre pasado, la mamá se ha ido con otro hombre. El papá trabaja en Masusa de estibador, un trabajo muy duro. Como consecuencia de la separación de sus padres, el muchacho no pudo matricularse este año porque en el colegio no paran de pedir dinero para copias, trabajos, cuadernos, lapiceros… Y no hay oportunidad. Se quedó en segundo de secundaria. Cuando llegaron a la parroquia el muchacho tenía los ojos cerrados y no hablaba. Con paciencia y dedicación el muchacho abrió los ojos, al principio con desconfianza y después con una mirada rápida hizo un barrido para percibir el lugar donde estaba. También conseguimos que hablara, al principio con un tono tan bajo que no podíamos comprender, pero poco a poco fue elevando el tono hasta que se hizo audible. Comenzó con monosílabos hasta que aparecieron las frases muy simples. Se notaba la distensión. Después de un rato elegimos un pasaje de la Biblia (Mc 1, 21-28) sobre un endemoniado y la curación de Jesús. Rezamos el Padre nuestro y el Ave María y con la imposición de manos dimos por concluida la conversación. Se fueron mucho más tranquilos a casa.

© Manolo Berjón 2016. Dibujo de diablo, pintado por una niña de 11 años de Versalles, distrito de Punchana.


La persona del Marañón nos tuvo que esperar más de una hora. Le explicamos la situación y nos comprendió. Nos contó algunas cosas de las comunidades y fue un momento para recordar y preguntar por algunas personas. Fue un momento de intercambio de noticias, algunas gratas y otras sorpresivas.

Cuando estábamos a punto de almorzar llamaron a la puerta y abrimos. Aparecen dos señoras que nos piden ir al hospital de ESSALUD porque una familiar suya está muy grave y “quiere casarse”. Les explicamos que podemos ir a rezar, pero casarse es un poco más complicado porque hay que tener documentos. Insisten en que es una emergencia. Preguntamos si ya está moribunda y nos dicen que no, aunque los médicos no le dan muchas esperanzas. Bueno, hemos ganado un poco de tiempo. Se tranquilizan un poco y es el momento de preguntar si están bautizados. El varón, en Nauta y la mujer en esta parroquia. Nos comprometemos a tramitar las partidas de bautismo y quedamos para las 4.00 p.m. en el hospital. Si encontramos los documentos, para casarlos; si no los conseguimos, iremos a rezar. Así quedamos.

Llamamos por teléfono a Nauta para solicitar la partida de bautismo. La obtenemos. Por mientras también conseguimos la partida de la mujer. Elaboramos el expediente matrimonial. A las 3.30 p.m., una señora nos visita para solicitarnos ir a rezar a una amiga en otro hospital. No le podemos aceptar porque ya hemos quedado para 4.00 p.m. con esta pareja. Le derivamos a la parroquia cercana al hospital donde está su enferma para que le acompañe un sacerdote. Después de terminar el expediente matrimonial nos vamos al hospital. En la entrada los guardianes nos piden abrir la bolsa donde llevamos una Biblia y los utensilios para atención espiritual de los enfermos, incluido un matrimonio de emergencia. Cuando pasamos el control escuchamos que sus compañeros le dicen: “no te pases, cómo le vas a decir así al padrecito”. Y se ríen. Nosotros también nos reímos. Un guardián nuevo que no nos conocía.

La puerta de la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) está llena de gente. Nos presentan al novio. Mantenemos una breve conversación. Le preguntamos si verdaderamente quiere casarse. El novio, nervioso y con mucho dolor, nos dice: “padre, es a la mujer que quiero; llevamos conviviendo 15 años”. Conversamos con las dos mujeres que vinieron al principio a la parroquia para pedir el matrimonio de emergencia, para que ejerzan de testigos. Quedamos en que entraríamos a la UCI el novio, las dos testigos y un sacerdote. La enfermera nos dice que “sólo puede entrar el padre y un familiar”. Le explicamos que se van a casar y sería necesario, al menos, un testigo. La enfermera nos pide que esperemos un momento. Pasados unos minutos sale y nos dice que pueden pasar dos testigos, el novio y el padre.

Entramos. Nos colocamos la ropa y zapatos adecuados para visitar a un enfermo en la UCI. Con la mayor dignidad posible realizamos la ceremonia. Las oraciones oportunas y los novios se cogen las manos. Las enfermeras quedan en segundo plano, también rezan. Terminamos la ceremonia y el novio llora un momento. Es un hombre muy fuerte, pero el momento es tristemente emotivo. Firmamos los documentos del matrimonio. Nos despedimos y salimos.

Regresamos a casa. Es el momento de nuestro paseo. Ahí comentamos las incidencias del día. La gente nos ve caminar por la calle y no comprende que, si podemos ir en motocarro, nos dediquemos a pasear. Pero queremos pasear, necesitamos pasear. Aunque en Punchana no hay veredas ni caminos donde se pueda pasear sin dificultad. Hay que esquivar motocarros, motos y omnibuses, sortear huecos y veredas desiguales.

Regresamos a la casa y nos bañamos para bajar a celebrar la eucaristía de las 7.00 p.m. Comemos algo y a las 8.00 p.m. atendemos a un grupo de catequesis de adultos. Es preciso dedicar tiempo a la formación cristiana. Concluimos y descansamos un rato antes de ir a dormir. Una jornada intensa.

El sábado 19 nos hemos comprometido para celebrar la misa en la iglesia Matriz a las 6.30 a.m. Paramos un motocarro y nos quiere cobrar S/. 4.00, así que decidimos no subir, dejar ese motocarro y pedir otro. Enseguida llega otro motocarro y nos lleva por S/. 2.50. Está bien que seamos blancos, pero eso no nos parece un dato sustancial para que nos quieran cobrar justo el doble que a otra persona con rasgos más amazónicos. Regresamos en ómnibus: la velocidad que alcanza parece un formula 1 y los huecos de las calles nos hacen saltar en el asiento, no precisamente de alegría. La música a todo volumen no parece preocupar a nadie en el ómnibus, nuestros oídos están espantados.

Desayunamos y nos vamos al hogar de menores de varones. Como todos los sábados rezamos una media hora con los muchachos. Hace 3 años, cuando comenzamos a visitarles era difícil, ahora nos hemos ido acostumbrado unos a otros. Se trata de respetar, de leer un pasaje bíblico, reflexionar un poco y pensar sobre nuestra propia vida. Rezamos y concluimos imponiéndoles las manos, y los niños a nosotros: para recibir la fuerza de Dios. Después visitamos el hogar de menores de mujeres. Acá nos traen siempre una bandeja con agua y una ramita, así que bendecimos a las que desean. Regresamos a la casa y nos ponemos a estudiar.

Llaman a la puerta. Nos visita una persona que quiere saludarnos. Nos regala un champán amazónico. Al poco tiempo llega otra vez el “endemoniado”. Lo trae en brazos su prima de 14 años, pero que parece más mayor. Comenzamos a conversar. El muchacho llega después de una crisis. Poco a poco abre los ojos y comienza a conversar con monosílabos. Las primas nos narran ligeramente su vida. La de 14 años también ha sido abandonada por su mamá el año pasado: “se fue con otro hombre”. Aprovechamos la oportunidad para indicar que no podemos elegir lo que nos sucede, pero sí cómo afrontarlo. No podemos elegir que nuestra mamá se quede en casa. Pero podemos elegir deprimirnos y hundirnos, o salir adelante, como la prima. No es fácil, duele mucho, pero nos pareció un ejemplo cercano al muchacho. Su otra prima estudia en el Tecnológico. En un lugar como Masusa es digno de resaltar cuando una señorita consigue estudiar. Otro dato fundamental de personas que luchan denodadamente para salir adelante. Decidimos aprovechar la resiliencia de sus primas para indicar al muchacho la necesidad de pelear la vida. Después de un rato de conversación, terminamos rezando. Les prometemos que iremos en la tarde a visitarles.

Llega la hora del almuerzo. Durante el descanso recibimos una llamada de Nueva Alianza, en el Marañón. Nos cuentan más del derrame de petróleo en julio 2017. Les asesoramos y preguntamos por algunos conocidos. Son personas muy importantes para nosotros. En la tarde visitamos de nuevo el hogar de menores, en la sección de madres adolescentes. Están a punto de salir para realizar un baile en un lugar público de la ciudad. Rezamos brevemente. Nos preguntan si es pecado pintarse. Varias de ellas se han pintado los labios y los ojos. Contestamos que no y que deben bailar bien para que todo el mundo les aplauda. Se ríen. Salimos del hogar y regresamos a casa. El espacio que habitan es reducido y hay hacinamiento, no tienen lugar para que jueguen sus hijos. Pareciera que los jueces aparcan en el hogar a los adolescentes, sin preocuparles lo que allí sucede.

Foto tomada de internet.

Nos preparamos para ir a visitar la casa del “endemoniado”. Al  llegar le vemos jugando vóley con sus primos. Lo cual es una excelente noticia. Llamamos a la casa y nos recibe una señora que está expectante, sabe quiénes somos pero no nos conoce. Comenzamos una conversación de presentación. Se acercan los niños y bromeamos con ellos, porque nos remedan. Hacemos alusión al paucar, un pájaro que imita sonidos. Todos nos reímos. Después de un rato hacemos una ronda de juego-presentación. Les invitamos a rezar y bendecimos la casa. La casa es pequeña pero bien ordenada y limpia. En una habitación están amontonados muchos cubos. Los utilizan para recoger agua, en esta zona no hay agua potable, la tienen que comprar. La señora, tía del muchacho, nos invita a una gaseosa y comienza a comentarnos su relación con una parroquia en el lugar donde ella vivía anteriormente. Se nota agradecimiento. Cuando estamos para salir nos regalan dos trozos de cake. Es evidente que conciben nuestra presencia y bendición de la casa como una protección. No pensaban que cumpliéramos nuestra promesa de visitarles.

Continuamos caminando. Nos llaman para invitarnos a un vaso de chicha. Declinamos la invitación, pero retrocedemos y, aunque no tenemos sed, aceptamos para no rechazar la oferta. Nos invitan porque es una forma de pedir la bendición a Dios y que recemos por ella y su familia. Conversamos un ratito sobre el negocio. Está bajo, de hecho la mujer que nos invita sólo hace comida los fines de semana. Le agradecemos y nos despedimos. Continuamos caminando por Masusa, cuando una rata, del tamaño de un dromedario, sale a pasear por la vereda. La calle está abarrotada de gente, la rata está acostumbrada. Regresamos, nos bañamos y bajamos a la misa. Los sábados por la noche acompañamos a un grupo de universitarios, pero esta noche nos avisaron que tenían otra programación. Vemos un rato televisión y conversamos de todo un poco. Nos vamos a descansar.

El domingo comenzamos con la misa dominical a las 7.00 a.m. en la parroquia. Hoy nos acompaña un joven agustino loretano recién ordenado sacerdote, él presidirá la eucaristía. Mientras esperamos la hora conversamos sobre sus estudios en teología fundamental. Nos cuenta sobre su curso de teología de la creación en diálogo con la ciencia actual y las teorías del big bang, entre otras. Nos narra algunas anécdotas de sus profesores, que son nuestros compañeros y nos reímos. Al concluir la misa solemos acompañar a las capillas de Masusa, pero este domingo es diferente, tenemos un compromiso con la Fraternidad Agustiniana, un grupo de adultos laicos que siguen la espiritualidad de San Agustín. Después del almuerzo regresamos a casa. Descansamos un rato.

Llaman al timbre. Salimos. Dos mujeres. “Queremos hacer hablar una misa de honras”. Esta expresión delata su ascendencia indígena. Les hacemos pasar. Preguntamos por quién vamos a rezar. Nos dan un nombre con dos apellidos blancos. Sin embargo, su fisonomía y su lenguaje revelan su condición indígena. Preguntamos quién era. “Una señorita de 14 años, se ha ahorcado hace 8 días”. Nos sentamos. La mamá se separó de su marido hace años. Como todos los días se fue temprano al mercado para vender pescado. A las 9.00 a.m. le llama una vecina diciendo que su hija se ha ahorcado. Entró en shock. Tuvieron que llevarla a casa. Otra hija de 18 años, y embarazada de 7 meses, encontró a su hermana colgada de la soga. Se subió a una silla y quiso romper la cuerda, no pudo y se cayó. Gritó, acudieron los vecinos, cortaron la soga y la llevaron al hospital. Llegó todavía viva, pero al poco tiempo falleció. El papá se encargó del velorio. La mamá continuaba en shock. Hoy pedían “hablar una misa de honras en su nombre”. Durante esta semana la mamá se enteró que su hija decía que iba a viajar lejos. La distancia, para los indígenas, es una forma de muerte y “viajar lejos” es una metáfora muy utilizada por quien se va a suicidar. 

Un compañero, que ha venido de lejos, nos pidió presidir la eucaristía. Aceptamos con gusto. El evangelio de hoy nos relata el episodio de la siro-fenicia (Mt 15, 21-28). Interpretar el texto bíblico al margen de su contexto social, político, económico, étnico, de género… y reducirlo a lo que médicamente hoy denominamos epilepsia, nos parece desnaturalizarlo. Se le ha colado el individualismo occidental. De esta manera conseguimos que no resuene en nuestro mundo amazónico donde los demonios esconden contextos de exclusión.

Hemos salido a dar nuestro paseo. Regresamos, nos bañamos y celebramos la misa. Después vemos Cuarto Poder y nos vamos a descansar. Esta pretendida radiografía permite ver algunas cosas, otras permanecen opacas.


miércoles, 16 de agosto de 2017

INDÍGENAS URBANOS: una visita a J.T.

Iquitos, 16 agosto 2017

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


“He nacido en Masisea, bien lejos de acá”. (Para preservar el anonimato sólo aparecen sus iniciales, pero es un apellido kukama) J. T. tiene ahora 82 años, o al menos eso es lo que él dice (si no es exacto, se le debe aproximar bastante). Su padre trabajaba por allí la shiringa, balata… En la década de los 40 del siglo pasado se vino a vivir en San Antonio de Marupa, una comunidad cercana a Iquitos. “Acá me hice hombre”. Se dedicaba a la pesca y la agricultura, “aunque también sé cazar”. “Me gustaba hacer fariña”, “mi blandona era redonda”. 



Así comenzó nuestra conversación, con una breve presentación de quién somos cada uno de nosotros. Nos habían buscado “para rezarle”. En ese momento no pudimos, estábamos en otra tarea. Cuando nos desocupamos fuimos a visitarle. Vive en casa de su hija. Una casa situada en uno de los asentamientos humanos de Punchana donde habitan la gente de los ríos y la única presencia del Estado se reduce a una caseta de la policía. Una casa humilde, en uno de esos barrios donde no recogen la basura y el olor intenso es doloroso. La casa es humilde y pequeña: de 3 m. x 20 m., pero perfectamente ordenada y limpia. La hija del viejito estaba lavando cuando llegamos. Terminó su faena y se incorporó a la conversación y al rezo. Ella complementó la historia de “mi papá”. Destilaba cariño. El anciano estaba sentado en una mecedora, con sus ojos cerrados. Cuando le dirigimos la palabra, nos contestó con normalidad. Aunque la hija nos decía que, en ocasiones, se olvida, y no les conoce.

Ya hemos indicado que J.T. era buen pescador. Una madrugada estaba regresando de recoger su trampa y observa un deslizador grande que está bajando. Piensa que tal vez quieran comprar un poco del pescado que está llevando a la casa. Se acerca y aparece el espanto: el deslizador estaba bajando al garete (con la corriente), con unos 15 cilindros y todos los hombres muertos. Después de la sorpresa avisa a sus familiares que acuden con prontitud. Deciden recoger un poco de lo que hay en los cilindros: “veneno para matar el pájaro y sembrar la chacra”. Dan parte a la policía de Orellana y después de unas declaraciones se regresan a casa a desayunar. Al día siguiente van a la chacra y esparcen el “veneno para matar pájaro”. Todo tranquilo.

Pasados unos días vienen de nuevo los policías, pero en esta ocasión mucho más agresivos. “El veneno para pájaro” que esparcieron en la chacra, como ya se imaginan, era cocaína. “Eran como bolitas, mi papá lo diluía con agua para poderlo esparcir mejor”. La policía llevó a todos los hombres de la familia. Les torturaron. “Les metían la cabeza en el agua y les picaban con el remo”. Nos ahorraremos los detalles. J. T. pasó 10 años en la cárcel de Iquitos.

Mientras el padre y los varones de la familia estaban en la cárcel de Iquitos la familia se tuvo que trasladar a Santa María del Ojeal, dedicados de nuevo a la chacra. La pesca, una actividad prioritaria de varones, no la podían realizar, excepto anzuelear. “Yo tenía 8 años cuando llevaron a mi papá”. “No me pude educar”, decía la hija. Nuestra opinión era diferente: esta familia tiene mucha más educación que todos nuestros títulos. La sensación de “ser gente”, que dicen los kukama, y que podemos intentar traducir por dignidad, nos embargó durante toda nuestra conversación.

“Mi papá vivió en Santa María de Ojeal hasta cuando murió mi mamá, hace 5 años. Después le traje a vivir conmigo”. Cuando regresábamos en el motocarro nos contaba el yerno del viejito: “tiene más hijos en Iquitos, pero no le quieren ni pasear (visitar)”. Mi señora es quien le atiende. El viejito, en ocasiones, “se hace todo encima”. En casa había un jovencito con síndrome de down. Con muchos menos problemas otras  personas nos deprimimos. La sensación de limpieza, cariño y cuidado mutuo es lo que quisiéramos también para nuestra ancianidad.

“Yo no hablo kukama, pero lo puedo comprender. Mi papá, él sí hablaba. Mi mamá, también”.

El relato de J.T. no es únicamente individual. A través de él se vislumbra el impacto de la historia reciente en los cuerpos del pueblo kukama. Nació en Masisea, en los últimos estertores de la época del caucho, en su segundo boom, en torno a la segunda guerra mundial. [Esa guerra que no fue mundial, pese a su rimbombante nombre, sino occidental]. Esto supuso un desplazamiento, muchas veces forzado, de pueblos indígenas. Este es el motivo de que el padre de J.T. aparezca en un lugar tan lejano al territorio ancestral del pueblo kukama, como Masisea. Pero no es la única huella. Si miramos un mapa, en el departamento de Madre de Dios, encontramos una comunidad y un río denominados Cocama (ahora se prefieren autodenominar kukama).

Podemos vislumbrar el impacto de la cocaína en pueblos indígenas. Lo más terrible es cómo los grandes narcos se pasean abiertamente por todos los lugares cuando muchos indígenas han pasado temporadas más o menos largas en la cárcel. Sería interesante estudiar la población carcelaria de lugares como Iquitos: nuestra hipótesis plantea que están abarrotadas de indígenas.

Vemos también el desplazamiento de familias de los ríos para habitar la ciudad. Pero en las periferias, donde no hay agua potable, ni desagüe, ni los servicios municipales recogen la basura. A la salida de la casa había tres niñas de entre 3 y 5 años jugando con un libro. No tienen clase por la huelga de profesores.

J.T. no puede dormir en la noche. En el día se pasa dormitando. “Me jalan el pie, lo levantan y lo dejan caer sobre la cama. Después me duele todo el cuerpo”. En las noches le visita M. I. (otro apellido indígena) y le molesta. M.I. hace dos años que ha muerto. “Nunca tuve ningún problema con M.I”, nos dice el viejito, “pero ahora me molesta”. Y se hace el silencio. No pudimos comprender por qué M.I. le molesta. Lo cierto es que querían que viniera el padre. Tal vez quiera “confesar”, decía la hija. Cuando le preguntamos, el viejito dijo que no. Pero estuvimos rezando y bendijimos la casa, “para que se retiren los espíritus y no le hagan daño”.

Sólo se trata de sugerir, de indicar, de señalar la importancia de acompañar. Los pueblos indígenas sufren discriminación. Pero se tiende a pensar en indígenas que habitan las cabeceras de los ríos, muy lejos de las ciudades. J.T. nos recuerda la necesidad de pensar en los indígenas urbanos. Y con las tres niñas jugando en la entrada de la casa fluyen nuevos interrogantes. Los indígenas urbanos hace tiempo que vienen planteando nuevos retos que no están siendo respondidos. Por el momento, que quede así.