lunes, 18 de junio de 2018

APORTES AL DOCUMENTO PREPARATORIO DEL SÍNODO PANAMAZÓNICO


Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


El documento preparatorio para el sínodo panamazónico consta de tres partes, para ello utiliza el método clásico: ver, juzgar/discernir y actuar. En nuestra opinión la primera parte es la mejor construida. Aunque tenemos algunas objeciones que queremos compartir. La segunda parte, sobre el juzgar, es una amalgama de citas bíblicas que nos parece mejorable. Y la tercera parte, sobre el actuar, tiene como centro la eucaristía y los ministerios.


© Manolo Berjón, 2014

Nos gustaría comenzar con un poco de historia. La periodización que avanzamos nos sirve como una propuesta, no como un dato acabado y refinado. Dividiremos la presencia de la iglesia en la Amazonía, de forma genérica, en tres periodos: del s. XVI al s. XIX; el siglo XX “largo o ampliado” y la actualidad. En este avatar histórico la iglesia se ha ido estableciendo en la Amazonía desde el exterior. Comenzamos con algunos focos importantes de entrada de misioneros a la Amazonía. Faltan muchos datos, pero esto no es un tratado de historia, es simplemente una propuesta que nos permita comprender en qué situación nos encontramos.

a)       Santa Cruz de la Sierra: obispado creado en 1605:
a.       Los jesuitas:
                                                               i.      Dependientes de la provincia del Perú se establecen en Moxos en 1682
                                                             ii.      Dependientes de la provincia del Paraguay se establecen en Chiquitos en 1696
b.       En el siglo XX de Santa Cruz de la Sierra se escinden:
                                                               i.      en 1917 el vicariato del Beni,
                                                             ii.      en 1919 el vicariato apostólico del Chaco, hoy denominado Camiri,
                                                           iii.      en 1930 el vicariato de Chiquitos, hoy denominado San Ignacio de Velasco;
b)      Quito: en 1639 los jesuitas de Quito llegan a Maynas;
c)       Carúpano (Orinoco, Venezuela): en 1650 llegan los capuchinos;
d)      Santa Rosa de Ocopa: fundación franciscana de 1725 en Junín (Perú). Después de la salida de los jesuitas de Maynas, visitan el Huallaga, Marañón, Ucayali, que posteriormente abandonan y se centran en la zona de la selva de Cusco y Madre de Dios.
e)      Belén do Pará: en 1748 construyen la catedral Nuestra Señora de Gracia;
f)        Chachapoyas: obispado creado en 1843;
g)       Nueva Pamplona (Colombia) (obispado creado en 1835)
a.       en 1928 se escindió la prefectura apostólica del río Magdalena, hoy denominada diócesis de Barrancabermeja;
b.       en 1951 la prelatura territorial de Bertrania en el Catatumbo, hoy denominada diócesis de Tibú)
h)      Obispado de Guayana (Venezuela) (creado en 1790);
i)        En 1892 se creó la diócesis de Amazonas, con sede en Manaus.


Los portugueses penetran desde la costa del Atlántico en la Amazonía. Jesuitas, franciscanos y otras órdenes religiosas incursionaron por el Amazonas en la parte brasileña. Existen otras sedes episcopales que no hemos señalado. La idea no es hacer un recuento de la historia, eso queda para los especialistas. Nuestra pretensión consiste en marcar tres etapas que nos permita comprender en qué situación nos encontramos:

1.       Siglos XVI-XIX: es la etapa colonial y la independencia de las colonias. Los misioneros que llegaban a la amazonía dependían de sedes episcopales que se encuentran fuera de la amazonía, generalmente bordeándola. En esta etapa se produce un cambio de dependencia de las metrópolis europeas a los estados-nación americanos.

2.       Siglo XX “largo o ampliado”. Proponemos su comienzo en 1892, con la creación del obispado de Amazonas con sede en Manaus y concluye en 2019, con el sínodo panamazónico. En esta etapa la iglesia se alía con los estados-nación y crea las diversas diócesis y vicariatos. Es una etapa de implantación de la iglesia en el territorio amazónico. Son las órdenes religiosas las que responden tanto del personal como de la economía. Pero con la crisis vocacional occidental esta etapa se está cerrando. Una de sus pretensiones fue “civilizar” a los indígenas. La creación de las actuales ciudades suele coincidir con un puesto de misión al que poco a poco se fueron incorporando diversos funcionarios estatales para terminar creciendo poblacionalmente hasta construir la ciudad. Tengamos en cuenta que el s. XIX son las independencias de las colonias, y una vez concluida esa etapa, tanto la iglesia como los estados-nación, comienzan a mirar la amazonía para ocupar su espacio, normalmente con colonos venidos de fuera.  

3.       A partir del sínodo panamazónico. Es una iglesia que pretende cambiar su rostro occidental para adquirir un “rostro amazónico” y un “rostro indígena”. Digamos que desea despojarse de su “colonialidad”: una vez conseguidas las independencias políticas nos queda el patrón estructural de poder de la modernidad, del que ahora se desea despojar. En esta tesitura los ministerios juegan un papel claro. Quién los detenta y cómo se ejerce el poder es básico para lograr la decolonialidad: pensar y actuar con criterios diferentes a los acuñados en la modernidad occidental. Esta etapa exige planteamientos diferentes. Ya no se camina al lado del estado-nación sino que se pretende situar en las fronteras para transformarlas y tejer redes transfronterizas. La idea clave es “ecosistema”: la comunidad de seres vivos que se relacionan entre sí y se desarrollan en función de los factores físicos de un mismo ambiente. En breve: si se contamina una cuenca en Perú, Bolivia, Ecuador… termina perjudicando también a Brasil. Si se contamina en el Amazonas brasileño los grandes zúngaros ya no surcarán el amazonas, perjudicando también los territorios de los pueblos indígenas en Colombia, Perú… Los ecosistemas carecen de pasaporte. El documento utiliza también la palabra “interdependencia”. En tiempos de cambio climático, o nos salvamos todos o todos perecemos.

Es decir, la primera etapa (s. XVI-XIX) las misiones dependen de sedes episcopales que están fuera de la amazonía; la segunda etapa (s. XX “largo o ampliado”) la iglesia asienta las sedes episcopales en territorio amazónico; y la tercera etapa (actualidad) se produce la decolonialidad del poder, con las metáforas de Francisco en Puerto Maldonado recogidas en el documento preparatorio: una iglesia “con rostro amazónico” y “con rostro indígena”.

Bosquejado este sucinto repaso histórico nos centraremos a continuación en la primera parte del documento: el ver. Nos parece que es lo mejor del documento. Nos ha gustado aunque tenemos algunas objeciones:

1.       Es demasiado occidental. Se ha elegido la “escritura” como vehículo de comunicación. Incluso se elogia que algunos indígenas están escribiendo sobre sus pueblos. Esta alineación con la “ciudad letrada” nos parece poco adecuada, sobre todo ahora que los medio audio-visuales permitirían una mejor llegada a todas las comunidades, para que también pudieran participar en la preparación del sínodo. Esta apuesta por la escritura deja fuera a la mayoría de la gente en la amazonía. Es necesario revertir esta situación, todavía estamos a tiempo. Aunque los medios audio-visuales tienen otros parámetros diferentes de la escritura, no basta con colocar una cámara delante de una persona leyendo (sería nefasto), es posible y deseable intentarlo. Tal vez ya no tanto para hacer aportes al sínodo, como sería ideal, sino como un instrumento que prepare el post-sínodo, establecer redes que permitan a las comunidades “adueñarse” de la iglesia. Es decir, no estamos pensando tanto en el sínodo, como en la sinodalidad.

2.       Los indígenas son los otros, y son otros un tanto dulcificados. Se utiliza la expresión “buen vivir” y se evitan los conflictos. Nunca se dice lo que significa "buen vivir". Un sólo ejemplo: para los paumari brasileños "buen vivir" implica parasitismo: se juntan con algún patrón para de esta manera chupar su sangre. No se consideran víctimas. En definitiva, se ha tomado partido por una escuela antropológica. Nos parece que el documento destila la imagen del “buen salvaje”. En nuestra opinión esto no ayuda en nada a los indígenas y a la propia iglesia. Es como si se tratara de dejar en segundo plano los elementos que no son cómodos. Este irenismo nos parece perjudicial. Todo misionero sabe en carne propia de las luchas internas en cada comunidad y en cada pueblo indígena. En nuestra opinión no ayuda nada la elección del término “Pueblo de Dios” para referirse a la iglesia, en detrimento de “Cuerpo de Cristo” que ni siquiera se nombra. Pero esto será objeto de otro post.

3.       Estamos completamente de acuerdo con la siguiente afirmación del documento: ‘Aunque ser indígena no se deriva únicamente de su pertenencia étnica y también se refiere a su capacidad para mantener su identidad sin aislarse de las sociedades que les rodean y con las cuales interactúan’. Sin embargo, nos sorprende que se hable de “tres millones de indígenas”. Un documento preparatorio no tiene porqué explicitar de dónde sacan esta cifra de indígenas, cuáles han sido los criterios utilizados. Pero nos parece preocupante por lo siguiente:

a.       Nos parece un número muy reducido que no responde a la realidad. El problema, tal como nosotros lo concebimos, es que termine siendo una minoría a la que realizar algunas concesiones para que todo siga igual.

b.       Mucha gente que habita las ciudades, en porcentajes muy altos en nuestra opinión, participan de lo que podemos denominar ‘poli-ontologías’. Se pueden manejar como occidentales, pero cuando llegan la crisis (enfermedad, muerte…) acuden al sistema que les da más seguridad: las creencias indígenas. No en vano el chamanismo permea las sociedades amazónicas. Es frecuente, incluso, que la segunda generación de migrantes europeos presenten este tipo de poli-ontologías. Esto plantea interrogantes interesantes a la pastoral de la iglesia. Hasta ahora han sido tratados como occidentales, cuando en la práctica pastoral diaria comprobamos que no es así. Si tenemos en cuenta, como dice el documento, que el 70 u 80% de la población amazónica habita en ciudades, es fundamental que tomemos este dato con toda seriedad. Estas poli-ontologías nos permiten situar lo indígena, en nuestra opinión, más allá de la etnicidad. Para el tema de la poli-ontología se puede ver en este mismo blog: http://almainconstante2.blogspot.com/2018/04/poli-ontologia-poli-que-hacia-el-sinodo.html

Continuaremos haciendo algunas propuestas.