lunes, 16 de octubre de 2017

QUE FRANCISCO SE QUEDE EN SU CASA

Iquitos, 16 de octubre 2017

Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas


“Yo no quiero que venga el Papa”, nos dijeron el otro día mientras hacíamos unos trámites en una oficina. Estábamos despistados y no esperábamos esta frase al comienzo de una conversación que no trataba de asuntos religiosos. Así que preguntamos: ¿cómo? Y de nuevo volvió a repetir: “yo no quiero que venga el Papa”. “Bueno, contestamos, pues muy bien”. A lo que añadió: “es lo que dicen en las redes sociales”. “Dicen que se gasta mucho dinero”.


No es la primera vez que se alzan voces contra la visita de un líder religioso, no será tampoco la última, no debemos darle más importancia de la que tiene. Tampoco a Jesús le dieron la bienvenida en todos los lugares: "se levantaron y lo empujaron fuera del pueblo, llevándolo hacia un barranco del cerro sobre el que está construido el pueblo, con intención de arrojarlo desde allí” (Lc 4, 29). Y ya nos advirtió que lo mismo sucederá con sus seguidores (Mt 10, 24).

Qué desilusión, aducen motivos económicos. Es una miseria para un país lo que se gasta en una visita papal. Estamos convencidos que esas mismas personas harían barra si viniera Donald Trump a decir algunas de las sandeces que repite a diario. En la cumbre de la APEC de noviembre 2016 vinieron líderes mundiales, incluido el presidente chino, y nadie dijo nada. China no se caracteriza precisamente por el respeto de los derechos humanos ni por el cuidado del medio ambiente. Pero los que ahora aducen motivos económicos, entonces permanecieron callados, tal vez están de acuerdo con el gobierno chino. O tal vez prefieran que vengan los funcionarios de Odebrecht para hacer sus negocios. Porque no les interesa la economía, lo que sucede es que no quieren que venga Francisco y hable claro.

Sabemos que no hay manera de argumentar con quien no desea escuchar. Pero los datos económicos de las visitas de Francisco por los lugares donde ha pasado apuntan a una dinamización de la economía: hoteles, empresas de transporte, ventas de regalos, turismo religioso… Pero, sobre todo, el Perú será noticia internacional esos días, y sin mayor inversión. Noticieros y medios de comunicación de todo el mundo se darán cita en las ciudades que visite Francisco. Es decir, si se sabe aprovechar será la oportunidad de abrir otra ventana al mundo. En fin, descartados los motivos económicos ya no quedan resistencias. Que venga Francisco, le esperamos.

¿Para qué le esperamos nosotros? En primer lugar para que nos hable de Dios. No es necesario que venga Francisco para hablar de Dios, pero queremos que él venga porque su manera de hablar nos parece muy interesante. [No todos los discursos sobre Dios son interesantes; algunos dan pena; y otros, vergüenza. Como cuando nos dicen que Dios nos va a castigar o ya va a llegar el fin del mundo]. Francisco nos habla de misericordia, de perdón, de alegría, de seguimiento de Jesús… Se ha convertido en un líder mundial y en una figura respetada más allá de la iglesia católica. Se atreve a decir las cosas por su nombre en un mundo que se utilizan eufemismos para tapar las evidencias. Por eso queremos que venga.


Que venga y que hable claro, como acostumbra a hacerlo él. Que nos jale las orejas a la iglesia peruana que estamos un tanto adormecidos, que hable de desigualdades económicas y de la omnipresente corrupción, que bese a los niños, a los enfermos y a los pobres, que clame contra la explotación irracional del medio ambiente y del capitalismo salvaje, que escuche a los indígenas y nos haga comprender a todos que un país no se construye excluyéndoles, que nos hable de la misericordia y del perdón. En fin, que nos invite a seguir a Jesús. Sí, nosotros queremos que venga Francisco. Bienvenido, papa Francisco. Y ojalá tengamos los oídos bien limpios para escuchar el mensaje. Porque, Francisco, Perú también es tu casa.

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