Manolo Berjón
Miguel Angel Cadenas
Visitábamos la comunidad de Nueva
Unión, una comunidad kukama en el distrito de Parinari, provincia de Loreto,
río Marañón. Le preguntábamos a la madre del Animador Cristiano cuántas almas
tenemos. Y contestó rápidamente: “una”. Nos quedamos en silencio y volvimos a
la carga: “pero a nosotros nos han dicho que hay tres”. Y comenzó una conversación
interesante.
"Domesticando al patrón". Dibujo en una pared del colegio Nuestra Señora de Loreto de Nauta, cortesía de Radio Ucamara.
No ha sido la única ocasión que
nos contestan lo que consideran que deseamos escuchar: “un alma”. Pero una vez
que damos algunos datos y nos consideran interlocutores válidos, entonces nos
cuentan lo que preguntamos y conseguimos mantener una conversación donde el
respeto, la admiración y la elegancia hacen su aparición. Aunque no siempre
conseguimos llegar a este nivel. En otras ocasiones, la preocupación, la falta
de empatía o el estar haciendo otra cosa son barreras difíciles de traspasar.
De igual manera sucede en la
ciudad de Iquitos. Todas las personas parecen manejarse en el mundo de los “blancos”.
Incluso se burlan de lo más indígena. Pero cuando aparecen las crisis
(enfermedad, muerte, dificultad seria…) entonces todo el mundo vuelve a lo que
le da sentido, orientación y seguridad. En muchas oportunidades hemos visto
cómo la gente se ríe del tunchi [espíritu del muerto], o que no creen en un más
allá. Pero cuando llega la crisis, entonces le escuchan al tunchi o son capaces
de ver a los espíritus, y hasta de fotografiarlos.
Iquitos no sería la misma sin su
barrio de Belén, lugar donde se asienta su mercado más emblemático. Y en el
corazón de Belén se encuentra el pasaje Paquito: un lugar donde acude toda la
ciudad. En él se venden toda clase de remedios, plantas, preparados… para
situaciones dispares: desde “amarres” a “olvidos”, desde “resfríos” hasta
“curas del sida”…
Con estas experiencias postulamos
que las personas, en una ciudad como Iquitos, se manejan tanto en una sociedad
blanca, donde la realidad es lo que vemos y poco más, como en una sociedad
indígena donde la realidad es lo que vemos y otros seres que no podemos ver,
pero que sí percibimos: los espíritus. Esta realidad blanca y/o realidad
indígena son formas de ser, formas de estar en el mundo.
Lo que hay o no hay en el mundo
podemos denominarlo como ‘ontología’. Muchos occidentales pecan de una
‘ontología chata’ donde la realidad se termina confundiendo con la materia.
Aunque materia sea un término difícil de definir. Mientras que el mundo
indígena es más favorable para un universo poblado de seres, más allá de la
pura materia: los espíritus.
Creemos que muchas personas se
manejan en ambos códigos, dependiendo de su situación vital (tengamos en cuenta
lo dicho sobre las crisis) y del interlocutor al que se dirige (si es
considerado parte del grupo o un extraño). En tal sentido, apostamos por un “compromiso
poli-ontológico”: una gran mayoría de la población puede dirigir su vida por
una ontología blanca o una indígena, o ambas a la vez, dependiendo del
interlocutor con el que establece relación y de la situación personal en la que
se vive (la crisis).
Un lugar particular son los
sueños. Los amazónicos sueñan y recuerdan sus sueños. Los pueden contar o los
guardan para sí dependiendo del contenido de los mismos y de si desean que se
hagan realidad o no. Los sueños son revelación en el mundo amazónico. Muchas
son las personas que tratan de desentrañar su significado. Cazadores o
pescadores salen a realizar sus faenas dependiendo de sus sueños. De igual
manera sucede en la ciudad. Sueños donde aparecen seres como yacurunas, sirenas,
difuntos, Dios, la Virgen, los santos o el propio Jesucristo. Sueños que nos
remiten a ontologías indígenas.
Si, como venimos postulando,
muchos amazónicos se manejan en esta ‘poli-ontología’, entonces es
absolutamente necesario que se tenga en cuenta a la hora de planificar el
sínodo panamazónico. Una ontología ‘chata’ no puede dar cuenta de la Amazonía y
sería una imposición más que perpetuaría la colonialidad.
Nota: la poli-ontología está
inspirado en el “compromiso poliontológico”. Para ello nos servimos del
siguiente trabajo: McCALLUM, Cecilia (2015), Espaço, pessoa e movimento na
socialidade ameríndia: sobre os modos Huni Kuin de relacionalidade. En Revista de Antropología. Vol. 58, N°1,
pp. 223-256.